Bagheera kiplingi es como llamaron a esta araña los estadounidenses Christopher Meehan, de la Universidad Villanova, y Eric Olson, de la Universidad Brandeis, en honor a la pantera del “Libro de la selva”.
Esta araña, de color rojizo y unos 5 cm de longitud, pertenece a la familia más grande de arañas, la Salticidae, compuesta por unas 5000 especies comúnmente conocidas como arañas saltadoras. Las especies pertenecientes a dicha familia son famosas por su voracidad e implacable instinto depredador debido a la capacidad de realizar largos y precisos saltos ayudadas por su visión estereoscópica. No obstante, el reciente descubrimiento de la
Bagheera kiplingi ha supuesto la primera excepción. Esta especie, perteneciente a la subfamilia Dendryphantinae, es la primera araña herbívora conocida de las, aproximadamente, 40.000 descritas.
Se trata de una especie de vivos colores en la que el macho y la hembra difieren bastante.
En 2001 ya fue observada por Eric Olson en Costa Rica, complementando su dieta vegetariana con larvas de hormigas. En 2007, Meehan volvió a observar este comportamiento en ejemplares del mismo género pero en Mexico, a diferencia de que en este caso la dieta era por lo general únicamente vegetariana.
Viven sobre las acacias de las que se alimentan (
Vachellia spp.), pero lo han de hacer en compañía de unos peligrosos vecinos, hormigas pertenecientes al género
Pseudomyrmex. Estas hormigas mantienen con las acacias una relación simbiótica, que consiste en proteger a la planta ante amenazas de herbívoros a cambio de un dulce néctar que segrega. Dicho néctar constituye el 90% de la dieta de la
Bagheera kiplingi, quien para evitar confrontaciones con las hormigas imita el comportamiento y olor de las hormigas soldado, pasando así desapercibidas mientras se alimentan. Una magnífica adaptación evolutiva.
Se han encontrado en las selvas del sureste de México, sobre acacias
V.collinsii, en compañía de las hormigas
P.peperi, y en el noroeste de Costa Rica sobre
V.collinsii y
V.cornigera, en compañía de
P.spinicola,
P.flavicornis o
P.nigrocincta.
En el aspecto social, esta especie también posee interesantes singularidades, pues las hembras no devoran a su pareja tras la cópula. La tela la utilizan para hacer sus nidos en los lugares menos peligrosos de las acacias. Allí es donde crían a sus descendientes, tarea que lleva a cabo principalmente el macho.
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